Castellar de Santiago
- Lugar: cementerio municipal
- Geolocalización: 38.534319, -3.263497
- Víctimas: 14 personas Más información
- Estado: Intervención familiar / Exhumación completa
- Historia:
La fosa del cementerio de Castellar de Santiago se abre el 4 de abril de 1939 con el asesinato extrajudicial de 14 personas: Salustiano Fuentes Molina, Eladio Gómez Jaramillo, Gregorio López López, José Miguel López, Honorato Nieto Gómez, Juan Nieto Gormaz, León Osorio, Isidro Benedicto Pérez Gallego, Cipriano Pliego Parrilla, Celestino Pliego, Emilio Ramírez Molina, Félix Rojo, Tomás Rojo y el conocido como “Ferrocarril”. No hay ningún registro durante abril del 1939 en el que se señale su muerte. Habrá que esperar a 1981 para que algunas de las familias puedan registrar las muertes de sus seres queridos. En este caso se trataría de Honorato Nieto Gómez, Cipriano Pliego Parrilla, Isidro Benedicto Pérez Gallego y Juan Agustín Nieto Gormaz. Las fechas en las que se registran son las mismas en las que las familias llevan a cabo la exhumación de los restos en el cementerio de 14 víctimas para su posterior traslado a una tumba común donde actualmente reposan.
La imposibilidad de inscribir los nombres de las víctimas en el Registro Civil es un paso más en esa estrategia de desorientación como un elemento más del aparato represivo franquista, manteniendo la incertidumbre constante por encontrar el cuerpo del ser querido a lo que se une el hecho de que se mantengan en la categoría de “desaparecidos”, aún con la certeza de que han sido asesinados, pero sin que quede constatado ya que su nombre no será escrito en el Registro Civil hasta décadas después.
Frente a las dificultades de conocer qué vecinos habían sido víctimas de la represión en la localidad algunos vecinos encontraron estrategias para ponerles nombres. Así lo hizo el padre de Adoración del Olmo que, tal y como nos relataba su hija, intuyó quienes fueron asesinados en función al registro de socios de la sociedad benéfica de la localidad que administraba.
Es significativo el nombre que llevaba en su portada este libro: «Registro General de Ausencia de los Socios», actuaba como ese registro que no se podía hacer de manera oficial, como un auténtico libro de ausencias donde registrar a los desparecidos
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