Perdonar no es olvidar: Era necesario restituir la justicia para cicatrizar
Mercedes Camacho | 03/02/2018
Los primeros acordes de la banda sonora de La Lista de Schindler resuenan en el Palacio Provincial, trasladando a muchos asistentes en un primer momento a esas imágenes que parecen tan lejanas de tortura, campos de concentración y asesinatos de judíos en la Alemania nazi. Sin embargo, basta con echar un vistazo alrededor para volver a la realidad: las lágrimas que se deslizan por los rostros de las personas de más edad que abarrotan los dos patios de la Diputación de Ciudad Real nos recuerdan que aquí también se mató a personas inocentes simplemente por sus ideologías, con la diferencia de que a las víctimas del Holocausto se las reconoció y aquí no. Hasta el día 30 de enero, Día de la Paz, en la que la institución que preside José Manuel Caballero ha devuelto parte de la dignidad que quisieron arrebatar a 3.887 represaliados en Ciudad Real.
Concentrados en esos primeros acordes de la música, la voz del profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, Francisco Alía, nos hace volver a la realidad: la represión que vimos en esa película -aunque sea a otra escala del número de víctimas- se vivió aquí en España, en Castilla-La Mancha y, sobre todo en nuestra provincia, que es la que mayor proporción de víctimas de la represión franquista sumó, quizá porque en esta zona la Guerra Civil no se dejó sentir tanto y el revanchismo llegó con mayor fiereza, como se desprende de los testimonios que a Lanzadigital.com brindaron Petra Robles, Rafael Gómez-Pimpollo o María Paula Capilla.
En un fecha que no podría haber estado mejor elegida, por celebrarse el Día Mundial de la Paz, muchas de las familias de la provincia de Ciudad Real que abarrotaban los patios del Palacio provincial -en un llenazo como pocos se recuerdan en un acto institucional- vivieron una jornada agridulce en la que las lágrimas de dolor e impotencia tras muchos años se conjugaban con las de reparación y justicia.
Y es que, aunque aún falta mucho para que se sepa la verdad de las víctimas que fueron asesinadas en juicios sumarísimos tras la Guerra Civil en España, se calcula que se arrebató la vida injustamente a más de 57.000 personas durante el franquismo, “pero estamos seguro que esa cifra al menos se va a duplicar” indicó Alía.
Todo ello sin contar que en 1939 había 270.000 presos republicanos hacinados en las cárceles, que en 1949 se “redujeron” a 100.000 presos, si bien hasta 1960 todavía se viven en la provincia las secuelas de la guerra y no es hasta ese año cuando el número de población reclusa volvió a bajar.
Recuperar su lugar
El valiente acto organizado por la Diputación de Ciudad Real -porque no todo el mundo lo ha entendido y no faltan algunas críticas de quienes siguen sin entender que hay muertos “de segunda clase” desde hace 80 años- sirvió para que cerca de 4.000 ciudadrealeños recuperaran su lugar tras haber sufrido una represión que tuvo múltiples caras: incluso con los que no asesinaba el régimen y sobre los que esa violencia se ejercía de forma administrativa, psicológica y económica para salvaguardar el control social.
No obstante, la represión más conocida fue la eliminación del enemigo que para ellos eran, en mayor medida, personas con afiliación a partidos y sindicatos de izquierdas. Y es que, narró el profesor universitario, Franco “echaba la culpa de todo” a la II República y a la Guerra Civil que, a su vez, habría provocado la primera. De hecho, utilizó su máquina de propaganda para intentar demostrar la “crueldad” de los rojos cuando las víctimas provocadas por los republicanos se cifran en unas 50.000 de las 145.000 que se estiman que se produjeron en las dos grandes etapas del conflicto -primero la de la guerra y luego del 1 de abril de 1939 hasta 1944-.
Desde la perspectiva de este reputado investigador de la UCLM, la represión fue una política sistemática que estuvo enraizada en el franquismo y con la que se pretendía dar “ejemplaridad” para que no se reprodujera ninguna actitud anterior a 1936. “Era ‘necesario’ para mantener controlado al país y la violencia estaba institucionalizada” dijo Alía.
Francisco Alía aprovechó el acto para agradecer el apoyo de la Diputación a esta actuación “que pone en el nivel de orgullo que merecen las familias de los represaliados gracias a un trabajo encomiable de Julián López, y su equipo, que han hecho que Ciudad Real sea una de las provincias mejor investigadas”.
Una investigación que, concluyó, demuestra que “la libertad de que gozamos hoy ha venido con mucho sudor, muchas lágrimas pero también mucha sangre”.
Esas reflexiones, incluida la no por durísima menos cierta última frase, volvieron a encender un ambiente en el Palacio Provincial, que no dejó de ser una ‘montaña rusa’ en lo que a emociones se refiere: Los asistentes pasaban de la felicidad de que por fin sus familiares iban a recuperar el lugar que nunca deberían haber perdido a la tristeza de que solo el defender sus ideas les costó la vida, al margen de que muchos seres queridos se han quedado en el camino en estos 80 años intentando vivir precisamente lo que el martes se vivió en Ciudad Real.
Cerrar cicatrices
Por su parte, el presidente de la Diputación, José Manuel Caballero, estuvo muy acertado en su intervención al reivindicar la necesidad de un acto institucional como éste, pionero en la provincia y la región, pero sobre todo al defender que, pese a que lo que algunos se empeñan en decir, no se reabren heridas, al contrario, contribuye a cerrarlas.
La Transición evidentemente tuvo sus cosas buenas, muchas porque ha permitido el período de paz más fructífero de nuestro país, pero lo cierto es que -seguramente con la buena voluntad de no crear polémicas que pudieran dividir a un país fragmentado en más de una ocasión- se pasaron muchas páginas sobre la historia reciente. Se trató de tapar o hacer olvidar lo ocurrido, motivando que muchas heridas se cerraran en falso: en la memoria de los que fueron represaliados y de los asesinados por un régimen dictatorial nunca se olvidó el dolor, si bien el rencor sí se dejó a un lado.
A este respecto, el máximo responsable de la institución provincial recordó con gran verdad que en el año 1978 los españoles decidieron perdonar, aunque quienes más lo hicieron fueron precisamente los que más sufrieron como consecuencia de la represión de una dictadura que durante muchos años no demostró un mínimo atisbo de compasión.
Perdonar no es olvidar
“Pero perdonar no significa olvidar. Tenemos el deber de condenar las injusticias que sufrieron y por ello tenemos una deuda de gratitud con ellos y con sus familias. No podemos devolverles la vida pero sí su dignidad y honor, además de reconocer la ilegitimidad de sus condenas” añadió el presidente de la Diputación de Ciudad Real.
Pidiendo disculpas a las familias en nombre de todos los responsables de instituciones que en 40 años de democracia no han encontrado el momento idóneo o no lo han considerado prioritario, quiso destacar en su discurso que un acto de estas características es de “justicia y dignidad”, si bien recordó que se circunscribe también a una Ley de Memoria Histórica vigente.
Esa conjunción de motivos -al margen de que hubiera represaliados en su propia familia aunque es de los afortunados que sí pudieron dar sepultura a los restos de su ser querido- hizo que José Manuel Caballero se propusiera, y consiguiera, que la Diputación de Ciudad Real sea la primera en dejar de ser espectadora para pasar a la acción. “Pero siempre lo hemos hecho dejando a un lado el partidismo y nuestras propias vivencias personales. En este caso pesó más la cabeza que el corazón, por lo que buscamos un equipo científico multidisciplinar serio que fuera más allá de posicionamientos político”.
Un aspecto que aunque pueda parecer menor no lo es, todo lo contrario, ya que quita por completo la razón a quienes insisten en no es necesario devolver la dignidad a lo que se la han intentado quitar durante tantos años y se la da quienes piden ponerlos en su lugar, con nombres y apellidos.
Defensa de los valores democráticos
Por eso defendió José Manuel Caballero, de nuevo y para que no quede la más mínima sombra de duda, que esta iniciativa no va contra nadie, sino que apoya a quienes “defendieron los valores democráticos que son los que han permitido que hoy gobernemos instituciones que mejoran la vida de la gente”.
En este multitudinario homenaje institucional, el máximo responsable de la institución provincial hizo hincapié también en que todo el mundo tiene derecho a su memoria, a ser recordado como fue y no como quiso hacer ver un régimen ilegitimo que se cebó represaliando a los trabajadores, intelectuales y gentes de izquierdas a los que se les privó de Derechos Humanos.
“El mejor cicatrizante es devolver la dignidad a todos los que quisieron arrebatársela” dijo el presidente de la institución provincial, quien, visiblemente emocionado en más de un momento de su intervención, concluyó con un recuerdo para todas las familias asistentes y, muy especialmente, “para aquellas las que murieron esperando que llegara este momento”.
La memoria de las mujeres
Petra, una mujer de Alhambra cuyo padre había sido fusilado o Angelita de cuyo padre y tres tíos quiere ver su nombre en algún sitio, “y si es en el cementerio mejor”, son algunos de los nombres que hicieron posible que la recuperación de esa memoria histórica sea hoy una realidad ya que, como explicó el director del Centro Internacional de Estudios de Memoria y Derechos Humanos (CIEMEDH) Julián López, han sido las mujeres las principales transmisoras de esa memoria que, aunque llena de horror, era justo que no se perdiera en el tiempo como pretendía la dictadura.
Gracias a ellas, y a algunos hombres también, tras más de 50.000 kilómetros recorridos por la provincia de Ciudad Real, se han podido recopilar y contrastar los 3.887 nombres “cuya entrega reconforta a los familiares, especialmente si salen en un libro, en una placa junto a la fosa y mejor aún si se recuperan sus cuerpos”.
El completísimo estudio ha sido realizado por el grupo de investigadores del CIEMEDH en el que se incluyen importantes nombres como Jorge Moreno, María García, Gonzalo Ballesteros Alfonso Villalta y Tomás Ballesteros, además de las estudiantes de máster Isabel Jiménez y Pilar Rodrígo; y los colaboradores Ángel Luis Ruiz, Luis Pizarro, Alicia Alen, Antonio Serrano, Antonio Román, José Barrio y Juan Pedro Esteban.
Ellos son los responsables de este trabajo que, 75 años después de que se produjera la última víctima mortal de la represión franquista en Ciudad Real, revela que 85 mujeres y 3.802 hombres sufrieron la parte más cruel y brutal de la dictadura.
Una cifra que puede seguir incrementándose porque, de hecho, el día antes les llegó el último caso desde EEUU: Margarita Antón Ortega de Socuéllamos, encarcelada porque se la acusó de incitar a la rebelión. Conocida como ‘La roja de la Tejeda’ tenía 63 años, viuda con 5 hijos, y murió en el hospital de Tomelloso de una septicemia provocada por las condiciones y la represión en prisión.
Fotos con los investigadores: Sus héroes
Uno de los ejemplos más curiosos de lo que este trabajo ha supuesto en la vida de muchas personas de la provincia de Ciudad Real es que el mismo día del acto, al finalizar, numerosas eran las personas que querían fotografiarse con los investigadores y con el presidente de la Diputación como si fueran famosos o actores de cine, aunque en realidad para ellos han sido mucho más: sus héroes, quienes han hecho realidad lo que creían que no iban a poder ver antes de morir.
“Hemos visitado centenares de casas en las que, al principio, nos recibían con escepticismo. Sin embargo, después nos han abierto las puertas para entrevistas de las que salíamos emocionalmente agotados pero también gratificados. De hecho, en la gran mayoría de los casos el equipo salía con la sensación de que nos estaban esperando para que de alguna manera se reconociera y visibilizara a sus familiares”, desveló Julián López.
Este trabajo se inició en la época de José Luis Rodríguez Zapatero, continuó sin financiación cuando el Gobierno del PP les retiró las ayudas y gracias al esfuerzo “titánico” del equipo y que ahora están completando con financiación de la Diputación provincial. Y, fruto del mismo, quienes no vivimos la época de la posguerra -ni siquiera la dictadura-, hemos sido realmente conscientes de la brutalidad con la que golpeó a Ciudad Real la represión de los vencedores en una guerra en la que hubo víctimas de ambos bandos, pero que después se cebaron en el perdedor.
Así, en la provincia de Ciudad Real hay datos tan escalofriantes como el proceso sumarísimo que se siguió en Almadén contra 480 mineros para los que se creó un juzgado específico; los 40 asesinados tras un intento de evasión de la cárcel de Almodóvar del Campo; que una gran parte de los presos de cárceles emblemáticas del régimen como Valdenoceda y Orduña fueran de la provincia; o que en la prisión de la Isla de San Simón en Galicia se asesinara a 25 ciudadrealeños que rondaban los 70, siendo el más joven de ellos uno con 59 años.
Ciudad Real a la cabeza de víctimas
Estos datos, y la cifra de víctimas recabadas hasta el momento, llevan a los investigadores a reconocer que Ciudad Real fue la provincia con mayor proporción de muertos por represión en España, “incluyendo los cuneteados, aquellos que eran asesinados sin que aparezcan en ningún registro”.
En este sentido, Julián López destacó que Ciudad Real está a la cabeza de víctimas sólo por detrás de otras provincias como Córdoba, Málaga, Sevilla, Asturias y Badajoz, aunque en todos estos casos se da la salvedad de que fueron provincias conquistadas durante la contienda, por lo que muchas víctimas se produjeron durante la misma.
De hecho, el director del CIEMEDH fue tajante al asegurar que, pese a que en muchas ocasiones se habla de la brutal represión franquista en otros lugares de España como Barcelona -donde hubo 1.700 asesinados- o Cataluña -donde rondaron los 3.700-, lo cierto es que proporcionalmente Ciudad Real es la provincia de España con más víctimas mortales durante la represión franquista.
Fusilamientos pedagógicos
Por lo que se refiere a la forma en la que fueron asesinados los cerca de 4.000 ciudadrealeños durante la dictadura, el informe revela que la mitad -casi un 15% de los que se produjeron en España- fue por fusilamiento que, además, tenía un doble componente de crueldad porque se hacían con una finalidad pedagógica: Además de llevar a las tapias de los cementerios -o al lugar en el que se fueran a producir las ejecuciones- a los que iban a matar, se llevaban también a compañeros para que lo contemplasen y vieran lo que les esperaba.
Tampoco se escaparon los represaliados de la provincia de morir a través de otra forma tan inhumana como el garrote vil -que terminaba con la vida de los condenados a la pena capital mediante la rotura del cuello-. En este caso, se cuentan por decenas los asesinados, especialmente en la zona de Valdepeñas e incluyendo a quien fuera su alcalde, Félix Torres.
Acusaciones falsas
La inmensa mayoría de los muertos fueron injustamente condenados y asesinados, ya que se les acusaba de haber matado cuando tenían apenas 15 años durante el conflicto, de forma que no eran más que niños a los que se les fusiló tras juicios sumarísimos después de la guerra.
El investigador Julián López atribuyó la intensidad con la que se dio la represión en la provincia al hecho de que en Ciudad Real se produjeron colectivizaciones y ataques a la religión, lo que generó mucho miedo que a los vencedores les hacía ver fantasmas por todas partes.
“Incluso cuando Franco visitó la Diputación de Ciudad Real y vio un cuadro preguntó que por qué estaba allí Niceto Alcalá Zamora. Tuvieron que corregirle y explicarle que era él mismo, el dictador. Pero esos fantasmas no los podían evitar”, agregó como anécdota López, quien recuerda que entre los asesinados hay 105 alcaldes; 200 concejales; la mayoría de los cargos de partidos y sindicatos; intelectuales y muchísimos jornaleros.
“Vidas que vamos a publicar en un hermoso libro con todos los nombres de la represión y en el que incluiremos 100 microbiografías que sean representativas de todos ellos”, acabó.
Nombres para la historia
De momento, ya hay 3.887 nombres que han recuperado el lugar que merecían en la historia de Ciudad Real como Ángel Abad Morales; Eugenio Aceña Molina; Juan Aguilera Álvarez; Jesús Juan Alba Camacho; Jesús Alcázar García; José Almena Castro; Fausto Alonso Cantón; Venencio Álvarez Vaquero; Ramón Aragonés Castillo, Marcelo Arenas Barahona; Julio Arenas Muñoz; Hilario Arévalo Martín; Manuel Arévalo Melgar; Milagros Atienza Ballesteros -alias “La Pelirroja”-; Salomón Ávila Andarías; Francisco Ayuso Martín; Carmelo Baeza Patón -“Chumaco”-; Manuel Barón Solís -“El zorrico”-; Julián Barrajón Galindo; Mariano Bartolomé Carrasco; Carmelo Bastante Lozano -“Guisapo”-; Jorge Blanco Allegue; Vicente Briñas Martín; Isidro Buitrago Rincón; Francisco Bustamante Rincón; Emilio Antonio Cabrera Toba; Rafael Cádiz Miranda…
Y a estos se pueden sumar 3.860 personas más con sus familias que, aunque ha costado casi 80 años y de ellos 40 de democracia, ocupan ya el lugar que merecen tras morir sólo por sus ideas y posibilitar la democracia que el resto disfrutamos hoy.
Ahora queda completar el proyecto de la Diputación que, como avanzó Caballero, consistirá en que en 2019 Ciudad Real sea una provincia libre de fosas comunes bien a través de la exhumación de aquellas en las que los familiares lo soliciten y estén en condiciones -para lo que se elaborará un mapa en un plazo aproximado de dos meses-; bien a través de una señalización que recuerde a quienes allí les arrebataron la vida injustamente por un régimen represor que trataba de esa manera mantener el control social.
Sea como fuere, el primer paso está dado y leer el nombre de los 3.887 asesinados -que se proyectó en las pantallas durante el acto pero que también se puede consultar en la web de la Diputación (www.dipucr.es)- a sus familiares los emocionó.
Pero a quienes no lo somos, también nos hizo llorar mientras el grupo Arnoia Ensemble cerraba el acto interpretando Para la Libertad de Joan Manuel Serrat, en homenaje a la liberación que para muchas familias ha supuesto este acto institucional pionero. Ojalá sea el ejemplo a seguir por muchas más instituciones porque los olvidados no merecen más esperas.
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