Francisca Bravo | 18/05/2018
- José Antonio cuenta la historia de su padre, Canuto Rodríguez, uno de los españoles que murió en un campo de concentración después del exilio.
- La madre de José Antonio seguía siendo interrogada, a pesar de no recibir cartas y no saber dónde exactamente estaba su marido.
- ‘Mapas de Memoria’ es un proyecto de la UNED y apoyado por la Diputación de Ciudad Real que recoge la historia de los represaliados en la provincia.
Cuando José Antonio Rodríguez escucha el nombre de su padre, Canuto Rodríguez, su respuesta es inmediata: “Ojalá supiera donde está”. Y es que la historia de Canuto es de un represaliado franquista, sí, pero además de uno de los más de 400 castellano-manchegos que fueron asesinados, “gaseados”, explica José Antonio, en el tristemente famoso campo de concentración de Mathausen. “Sé dónde está, murió ahí, bien incinerado o en fosas comunes, pero en realidad no sabemos dónde ni cómo fue enterrado”.
El padre de José Antonio era miembro de la Guardia Nacional Republicana y estaba destinado en Barcelona cuando se vio obligado a exiliarse. “En la Guerra, las cosas no funcionaban bien para la gente que era de izquierda”, explica Rodríguez. Canuto se vio forzado entonces a partir hacia Francia, mientras su mujer, tuvo que volver a la provincia de Ciudad Real, concretamente a Puertollano. José Antonio tenía entonces 10 meses de edad. En Francia “los cogieron y les dijeron bueno, pues o se alista a la legión francesa o los ponemos en la frontera española. Y claro, ahí eran carne de cañón, tuvieron que alistarse”, explica desde la ciudad minera.
Canuto acabó en un campo de concentración cuando comienza la Segunda Guerra Mundial, y fue cogido prisionero para trabajar en las canteras de Gusen. “Cuando no podían trabajar más, los metieron en las cámaras de gas y los gasearon, como si se fueran a duchar pero claro, los ducharon con gas. Ahí murió”, relata el hijo. Esto fue el 30 de diciembre de 1941, y es uno de los nueve naturales de Puertollano que perece en el campo. “Lo tengo aquí, en un libro memorial”, afirma José Antonio.
Su madre debió volver a Castilla-La Mancha junto con su hermana, que ya ha fallecido, y con él, un bebé prácticamente recién nacido. “Claro que mi padre era republicano, fue por eso que lo identificaron. Pero, además, aquí en Puertollano al ser un pueblo minero, cada vez que había movimiento de huelga venían a mi casa e interrogaban a mi madre”, relata. Eso, a pesar de que el padre estaba en el exilio. “No sabíamos si mi padre escribía o no escribía. No sabemos si lo hacía, porque había censura y a mi madre nunca le llegó ninguna carta. Los franquistas creían que ella sabía dónde estaba mi padre, pero sólo sabíamos que estaba en Francia”, recuerda.
La historia desconocida
José Antonio guarda todavía el carnet de guardia de su padre. “Yo nunca pensé que iba a conocer la historia de mi padre. Como era tan difícil nunca lo pensé. Ahora recién es cuando estoy sabiendo más de él”, explica. Todo viene de un libro, en el que venían documentados todos los nombres de los españoles que murieron en los campos de concentración. “Hubo más de 8.000”, recalca. La familia de Canuto recibió dinero de Alemania, los “atrasos” de los años que pasó en el país. Así, de a poco, ha ido reconstruyendo la vida de un padre que nunca estuvo.
Los vecinos también tuvieron un papel en el esfuerzo de una familia que no sabía con certeza qué había pasado con el padre. “Una vez una vecina nos mandó a llamar a mi madre y a mí. Nos llevó con un señor mayor, Andrés Rodríguez”, recuerda. Rodríguez había sido una de las personas que había estado en los campos de concentración, uno de los de Puertollano, con una historia muy similar a la de Canuto: el exilio, la guerra y la condena. Nos dijo “francamente, tu padre ha muerto en mis manos, y este hombre fue de los últimos del pueblo que estuvo ahí. Falleció hace unos cuatro años en Francia”.
José relata con amargura, pero también con firmeza, cómo fueron los años sin su padre. “Todo lo que ha pasado, todo lo que hemos pasado. Hemos pasado muchísimo. Mi hermana y yo estuvimos en la puerta del auxilio social, lo que hoy son los comedores sociales. Comíamos lo que nos podían dar”, recuerda. Su madre nunca dejó, eso sí, de contarle quién había sido su padre. “Ahora se reconoce a las víctimas de la dictadura, pero es tarde. Me parece tarde. Sé que en la dictadura no se podía hacer todo eso, lo reconozco, pero han pasado 40 años. También se podría haber hecho antes”, concluye.
Mapas de Memoria y eldiario.es/clm
El trabajo que ha llevado a cabo el proyecto ‘Mapas de Memoria’, del Centro Internacional de Estudios de Memoria y Derechos Humanos y que ha contado con el apoyo de la Diputación de Ciudad Real ha descubierto historias, personas y memorias que desde eldiarioclm.es creemos que es importante dar a conocer. Trabajaremos en conjunto con los investigadores para ayudar a los lectores a no olvidar con una serie de artículos alrededor de determinados días.
El proyecto recogerá los resultados de su investigación en ‘Para hacerte saber mil cosas nuevas. Ciudad Real 1939’, libro que se publicará a finales de junio de este año.
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