Puertollano
- Lugar: cementerio municipal
- Geolocalización: 38.681716, -4.079895
- Víctimas: 113 personas Más información
- Estado: Intervención municipal / familiar
- Historia:
La fosa de Puertollano se encuentra en el cementerio municipal, a unos dos kilómetros y medio del centro neurálgico de la población. En el momento de concluir la guerra, el cementerio se ubicaba sobre una parcela de unas dos hectáreas que, dados los abundantes fusilamientos que se produjeron en el segundo semestre de 1939, fue necesario aumentar en lo que se refiere al sitio utilizado como cementerio civil, en el que fueron depositados en fosas gran número de los fallecidos, en concreto los que no confesaron antes de ser ejecutados, como mandaba la Iglesia. De hecho, el 2 de diciembre de 1939, se celebró una sesión de la Comisión Municipal Permanente en la que se adoptó el acuerdo de pasar el asunto a informe de la Junta Municipal de Sanidad y se facultó a la Comisión de Obras para llevar a cabo la ampliación mencionada . Por tanto, la primera fosa en la que se inhumaron las víctimas de Puertollano estuvo al lado de la tapia en la que se produjeron los fusilamientos, al borde de la carretera, y no muy lejos de la entrada del recinto. Sin embargo, este no fue el único lugar donde yacieron las víctimas de la represión.
Cronológicamente, de las 113 víctimas que murieron en Puertollano, 110 fueron asesinadas durante el período comprendido entre el 4 de junio de 1939 y el 25 de noviembre de 1939, ya que poco tiempo después la población penal fue trasladada desde Puertollano a Almodóvar del Campo y a principios de 1940 se suprimiría el destacamento militar existente. No obstante, todavía hubo un fusilamiento el 9 de febrero de 1940, y dos muertos más (tiroteados en una emboscada) el 11 de enero de 1947.
La apertura de la fosa de Puertollano no pudo ser más terrible porque estaba destinada a recibir los cuerpos de los primeros cuarenta y dos fusilados en la tapia del cementerio un fatídico 13 de junio de 1939, día de San Antonio, demostrando en toda su crudeza el afán de ejemplaridad perseguido por la “justicia de Franco”. Sin embargo, uno de ellos, Pedro Fernández Martínez, no llegó a ser fusilado porque encontró la muerte el 4 de junio anterior a causa de las torturas que recibió tras su detención.
Entre los primeros cuerpos que fueron enterrados en la fosa se encontraban los de Luis Aguilar Rodríguez, Ricardo Díez Gil, Mario Dueñas Alonso, Teodoro Quintanar Vozmediano, Ángel Recuero López, Leonardo Rodríguez Barrera (alcalde) o Antonio Rivilla Olmo. Por testimonio familiar se sabe que los dos últimos murieron asiendo la mano uno al otro, pues unos primos fueron a recoger su cadáver. Pasaron treinta y nueve días hasta el siguiente fusilamiento, el 22 de julio de 1939, cuando fue ejecutado, en solitario, Consolación Cid Morales, al que siguieron otros nueve compañeros de infortunio una semana después. Entre ellos se encontraban las tres mujeres llevadas al paredón en la ciudad: Felisa Fernández García, Josefa Garzón Muelas y Matilde López Palacios (su marido, Julián Mozos Rodríguez había sido pasado por las armas el 13 de junio).
Octubre se saldó con siete víctimas: cuatro el día 19, dos el 22 y una el 24. Los del 22 fueron Gabriel Guzmán Izquierdo y Heliodoro Meneses Buitrago, compañeros socialistas, que, de momento, estaban solos en una llamada fosa n° 4, según el registro del propio cementerio, gracias a lo cual la familia de Meneses pudo recuperar el pañuelo con enseres personales de Heliodoro (López García y Pizarro Ruiz, 2011: 582), pues el día que lo fusilaron se saltaron la tapia dos de sus primos hermanos y lo cogieron del cadáver.
Como si se tratara de una maniobra macabra en el deseo de la exposición manifiesta del terror ante el próximo fin de los fusilamientos masivos en Puertollano, la fosa abrió sus fauces en el mes de noviembre de una manera descarnada: el “trabajo” exhaustivo del pelotón de fusilamiento se llevó por delante a once el día 13; diecinueve el día 16, dieciocho el día 18, uno el día 21 y dos el día 25, es decir, un total de cincuenta una víctimas en solo doce días del mes. Uno de los del último día citado fue Vicente Izquierdo Castellanos, cuya pequeña hija de apenas un año había muerto nueve días antes en los brazos de su madre, Venancia Dueñas Ruiz, presa en Almodóvar del Campo.
Pasado el rigor de esos seis meses, solo queda el caso de Eusebio Moreno Calvo (9 de febrero de 1940), aunque, sobre todo, hay que analizar las dos últimas muertes acaecidas en la ciudad el 11 de enero de 1947 en el marco de la lucha contra la guerrilla antifranquista. En la madrugada de ese día, la policía cercó una casa a las afueras de Puertollano, en la carretera de Almodóvar, y en el tiroteo murieron Luis Ortiz de la Torre y Carlos Ruiz Lozano (“Silverio Alcaide” era su alias).
Sin embargo, el fin de las muertes por la represión en Puertollano no trajo el fin de la historia de su fosa. En 1952 se produce la ampliación del cementerio, la consecuencia principal fue que se produjo un primer traslado de los restos humanos de las víctimas de la represión que habían sido enterradas en el primitivo espacio civil, exhumación que se haría sin ninguna medida avanzada de tipo científico para permitir identificar los cadáveres con exactitud. Eso sí, como se efectuó en presencia de los familiares que quisieron acudir (por ejemplo, los Rivilla o los Meneses), en ese momento todavía les fue posible reconocer a sus seres queridos.
Por iniciativa del Partido Socialista, el 11 de mayo de 1979 se acordó crear una comisión para recaudar fondos destinados a hacer un mausoleo en memoria de los fusilados por el franquismo. Finalmente, el mausoleo en memoria de los represaliados que fue realizado justo en la zona donde se produjeron los fusilamientos, se inauguró el viernes 13 de junio de 1980.
Este memorial, a la postre, supuso la segunda exhumación de los restos de las víctimas, también sin precauciones científicas. Testigos presenciales relatan que los huesos se fueron extrayendo y depositando en cajas de mediano tamaño dispuestas adosadas a la pared bajo el mármol del mismo. En todo caso, una identificación absoluta en los tiempos actuales sería una tarea muy complicada para ser abordada. De hecho, la Sociedad de Ciencias Aranzadi estuvo presente en el cementerio civil de Puertollano en noviembre de 2011, realizando un trabajo para intentar recuperar los restos de Luis Ortiz de la Torre, a partir de la solicitud de un sobrino suyo, teniendo en cuenta que éste figuraba en el registro en la fila 1, n° 5, junto a su compañero Carlos Ruiz Lozano. Sin embargo, esa tarea resultó totalmente infructuosa, pues, tras la construcción del mausoleo no debió quedar ningún resto de los represaliados en ese lugar
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