Los últimos cuerpos que se incorporan a la fosa del cementerio de Chillón son los de Antonio Moreno Toledano y Miguel Muñoz Rubio. En la declaración registrada el 25 septiembre de 1941 en el juicio sumarísimo que se practica contra estas dos personas, Miguel señala que no está de acuerdo con la declaración redactada ante la Guardia Civil, porque ha tenido que decir la verdad «a la fuerza». Tras la sentencia se señala que «el reo Miguel Muñoz Rubio deberá ser ejecutado en la plaza de Chillón en compañía de Antonio Moreno Toledano anticipando la hora de la ejecución de ambos en treinta minutos». El 24 de enero de 1942, a las siete horas y treinta minutos, «en las proximidades del cementerio del pueblo de Chillón ha sido ejecutada la pena impuesta a Antonio Moreno Toledano y Miguel Muñoz Rubio. Ejecución efectuada por piquete de la Guardia Civil. Inhumado en el cementerio municipal de Chillón».

Ni en el expediente del juicio sumarísimo, ni en el registro de enterramiento del cementerio de Chillón se señala la sepultura ni la zona donde fueron enterrados sus cuerpos. Antonio y Miguel eran vecinos de Peñarroya (Córdoba) y Agudo, tenían 24 y 32 años, eran solteros y sus profesiones eran las de minero y pastor respectivamente.